miércoles, 4 de junio de 2008

No te relajes, cuida tu alimentación!


Esta semana centramos nuestra reflexión en el antiguo testamento, específicamente en el libro de éxodo, donde los relatos tienen la intención de narrar el encuentro de Dios con Israel, aquel pueblo que fue sacado de la esclavitud de Egipto para transitar por el desierto camino a Canaán, la tierra prometida.

Como cuenta el texto, después de varios días caminando por el desierto el pueblo comienza a sentir hambre y reclama contra sus líderes, reclamo que no tarda en llegar a los oídos de Dios, quien en su intención de demostrar que El estaba presente en esa larga caminata, decide enviarles alimento desde el cielo, pero para poder recolectarlo deberán cumplir con algunas condiciones, siendo la más importante aquella de no guardar porciones de un día para otro, excepto el sexto día ya que había que guardar para el día de reposo.

La intención de la tradición que escribió este párrafo, es destacar la dependencia que tenía el pueblo de Dios para poder sobrevivir. Cabe recordar que en el judeísmo no hay una disociación entre lo espiritual y lo físico, por ello la necesidad de alimentarse se entiende como un todo. El hecho de que el maná no pudiera guardarse de un día para otro es para entender que la misericordia de Dios se renueva día a día, que necesitamos alimentarnos de una comunión diaria con Dios, lo cual implicará un compromiso real de buscarla. Por otro lado, vemos como Dios es sensible a nuestra necesidad y está dispuesto a darnos lo que necesitamos en la medida que nosotros sepamos pedir.

Entendemos que alimentarnos es saciar aquella necesidad que nos mantiene vivos, tanto física como espiritualmente, concibiendo además que el alimento para el espíritu es la Palabra de Dios, la cual se revela en lenguaje humano, entendible para cada uno de nosotros. Desde que nacemos sabemos y estamos concientes de nuestra necesidad diaria de ingerir alimentos. Sin embargo con el Espíritu pareciera que no siempre actuamos de la misma forma, generando poco a poco la debilidad de este. La reflexión debería llevarnos a entender la necesidad que tiene el Espíritu de ser alimentado día a día, no siguiendo horarios ni métodos establecidos por otros, sino meditando en horarios y tiempos que nos acomoden, guardando tiempos de silencio que nos permitan disfrutar de la presencia de Dios.

Recuerda que cada día debemos tener un tiempo a solas con Dios, extrayendo del texto bíblico una palabra que modifique y dé sentido a nuestro día.

¿Cómo está tu alimentación? ¿Mantienes alguna dieta que te ayude a mantener sano el espíritu?
Te invitamos a seguir compartiendo la conversación.

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