jueves, 26 de junio de 2008

¿Encontramos lo que buscamos?

La reflexión de esta semana se basó en el relato de Juan 1:43-51, donde el autor nos cuenta sobre el encuentro de Jesús con Felipe y Natanael.

En la primera parte de la historia, vemos a un Felipe entusiasmado por haber encontrado a Jesús, aquel de quien escribió Moisés. Cuando el discípulo escuchó el llamado del maestro no dudó ni por un momento de que se trataba del Mesías por el cual estaban esperando, por ello no pudo contener la emoción y corrió a buscar a su amigo para contarle sobre el maravilloso encuentro que había tenido y a la vez invitarlo a que también fuera a conocerlo.

La finalidad de este párrafo es llevarnos a valorar lo que significa tener un encuentro real con Jesucristo, hecho que debería marcar un antes y un después en nuestras vidas, provocando además que salgamos igual que Felipe corriendo a compartir donde nuestros amigos, familiares y vecinos. Por lo general, tendemos a hablar de religiones y doctrinas, limitando el mensaje hacia las bondades y/o poderes del maestro. Es muy común entablar conversaciones acerca de los programas y estructuras que utilizamos dentro de las iglesias y desviamos el centro que debería ser presentar a Jesucristo, el salvador de nuestras vidas.

En la segunda parte del relato se pone énfasis al encuentro de Jesús con Natanael, el que comienza de una manera muy particular, cuando el Mesías le revela que ya lo conocía, incluso desde antes que su amigo Felipe le hablara de él.

De esta narración destacamos dos hechos, el primero es la acción de Felipe, el que luego de presentar a Jesús se hace a un lado para que Natanael viva su propia experiencia con el maestro. El segundo hecho, es el conocimiento que tiene Jesús de nuestras vidas cuando sale a nuestro encuentro.

Muchas personas se acercan a Jesús en busca de sanidad, liberación y respuestas que no pueden encontrar en otro lugar, pero una vez que lo consiguen se olvidan y dejan de lado a aquel que les ayudó. ¿Será porque no experimentaron un verdadero encuentro con Dios? ¿O quizá, es porque se conforman con la bendición y no se esfuerzan en ir a la fuente de todas las bendiciones?

La pregunta que debemos hacernos es, si al igual que Felipe, ¿Encontramos lo que buscamos? ¿Estas seguro que tuviste tu encuentro con Dios, o sólo hablas del Dios de tus padres, amigos?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo que este es uno de los mensajes que dan respuesta a cómo debemos evangelizar, que es algo que simpre me preguntaba ¿hasta donde profundizar en la conversaciòn con nuestros amigos?, ya que a veces parecia que hablaba de más (sobretodo cuando no me iba tan bien) pero la reflexiòn nos deja claro que es Dios quien hace el gran trabajo. Nuestra tarea es simple "presentarlo por lo que significa para nosotros en nuestras vidas" y no cansarnos tanto en tratar de explicar lo que no podemos.

Juan Estay.