Gálatas 1:6-10
En
esta segunda conversación acerca de la carta a los Gálatas destacamos el celo
que tiene el apóstol por el evangelio, por la sana doctrina.
Pudimos
establecer un paralelo entre la oposición que tuvo Jesús cuando ejerció su ministerio
y la de Pablo, ya que en ambos casos hablamos de fariseos, judíos cristianos,
siendo estos últimos los más duros, debido a que no tenían estima por el
apóstol.
Pero
Pablo sin aminorarse los enfrentó con celo, preocupación, coraje y asombro. Con
fuerza esgrimía su argumento respecto a su llamado y desde quién lo había
recibido.
En
la misiva observamos que Pablo es duro, ya que necesita dejar en claro que el verdadero
evangelio no se transa ni se modifica. Esto tuvo que ser reforzado debido a que
había un importante grupo de judíos cristianos que estaba tratando de volver a
instaurar ritos del pasado, los que no hacen otra cosa que volver a esclavizar
al pueblo de Dios.
Ante
este escenario nos preguntamos, ¿Qué es más fácil, vivir en la libertad que
nos dio Jesucristo o caer en la tentación de volver al pasado?
Una
respuesta rápida sin duda sería gozar de la libertad, no obstante, vemos como
en muchos casos hay personas con personalidades rígidas o más estructuradas que
no se adaptan a los cambios, que necesitan profesar prácticas controladoras, donde
el amor de Dios se reduce a obedecer y cumplir reglas. En palabras simples, les
acomoda volver a ser esclavos.
Una
de las críticas que nos hacemos, es que hoy tendemos a minimizar el evangelio
en nuestra vida diaria, lo reducimos a un ámbito espiritual. Quizá lo hablamos,
pero no lo vivimos como realmente lo deseamos, por eso no disfrutamos
plenamente de este regalo recibido. La diferencia entre este comportamiento y
la tergiversación del evangelio -que es lo que estaba ocurriendo en Galicia- es
que en esta última hay una clara intención de imponer prácticas que no son
aprobadas por Dios.
Al
ser humano le cuesta aceptar que es libre, lo que tal vez se explica por la
sencilla razón, de que la libertad trae consigo una gran responsabilidad.
En
muchas ocasiones somos flexibles con nuestro comportamiento, porque buscamos
agradar a los hombres, olvidándonos que lo único que nos debe importar es agradar
a Dios.
Para
seguir reflexionando acerca de nuestro paralelo con los Gálatas les dejamos la
siguiente pregunta, ¿Cómo mantenernos firmes, a pesar de todos los movimientos que se nos
muestran como atractivos?