viernes, 17 de agosto de 2018


Permanecer


31 Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;

32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Juan 8:31-32

Esta conversación entre Jesús y sus discípulos parte con una, al parecer, simple instrucción. No obstante, al avanzar la lectura vemos que esta amena charla, termina con una terrible afirmación por parte de Jesús:

44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer.

Pero, ¿En que momento y que fue lo que hizo cambiar el tono de la conversación?

Para poder tener una interpretación más cercana a la realidad, es necesario entender el contexto histórico, buscar la intención de las palabras utilizadas, ya que si no lo hacemos corremos el riesgo de acomodar el texto a las doctrinas a las cuales adherimos, tergiversando el real espíritu de la escritura.

Ahora, sabiendo esto, es que del texto podemos extraer la idea de que Jesús desafía a los judíos que ya le seguían, a aquellos que creían en Él, a dar un paso más en el camino de su conversión, y es a raíz de las respuestas que estos le dan que los confronta y les hace ver que su “creer” no está a la altura de lo que el Hijo de Dios demanda.

Jesús nos insta a “permanecer” en su palabra, y lo que se desprende de su conversación, es que esta acción implica un acto adicional de voluntad, una decisión racional de buscar de Cristo, de leer e interpretar su palabra y que si nos mantenemos haciendo esto, sólo así seremos verdaderamente sus discípulos.

La palabra nos desafía a no mantener el status quo, ya que muchas veces actuamos como aquellos judíos, pensando que con solo Creer, ya hemos hecho nuestra parte.

Como seres humanos solemos ser oscilantes en nuestra búsqueda, a veces nos sentimos más proclives a buscar de Dios en oración, a estudiar su palabra, pero en otros sin darnos cuenta nos vamos alejando de todo aquello, por eso el llamado principal de este texto es a permanecer, sin importar nuestros estados anímicos o nuestros sentimientos de culpa, debemos mantenernos alertas en todo momento y solo así seremos unos verdaderos discípulos.

En este ir y venir, no nos olvidemos de que solo somos discípulos en formación, que nuestra tarea no ha terminado, que el desafío se mantendrá intacto hasta el día de la venida de la Señor.