miércoles, 28 de mayo de 2008

El paralítico y el estanque.

Durante esta semana continuamos revisando los relatos del cuarto evangelio donde, como ya hemos destacado anteriormente, la intención del autor es confrontar la propuesta religiosa del judaísmo con la del cristianismo. En este caso nos detuvimos en el relato que habla de un hombre paralítico que durante 38 años cargaba con su enfermedad y que en busca de sanidad se acerca al estanque de Betesda, donde cada cierto tiempo baja un ángel a estremecer el agua y el primer enfermo que lograba entrar en el agua es sanado. Todo cambia para ese hombre, cuando en medio de una celebración Judía, Jesús también se acerca a ese lugar y al verlo tirado en el suelo le pregunta ¿Quieres ser sano?, pero el paralítico que después de cargar tantos años con la enfermedad se encontraba desesperanzado y sin tener idea de quien era Jesús, trata de explicarle en sus palabras lo imposible que podía ser para él alcanzar la sanidad. No obstante, Jesús lo sorprende al decirle “levántate, recoge tu camilla y ándate”.

La narración afirma que el hombre al verse sano, tomó su camilla y se fue, situación que alerta e incomoda a los religiosos de la época quienes se acercan a increparlo por cargar su camilla, ya que era Sábado. Con este relato el evangelista nos presenta por un lado una práctica religiosa que prohibía realizar cualquier actividad en día sábado, mientras que, por otro lado, Jesús representaría una nueva forma de religión en la que la no importa el día y la hora para actuar sino que se enfoca en la necesidad.

Con el pasar de los años nuestra práctica de la fe nos ha hecho internalizar el pensamiento de que Jesús actuará cuando él estime necesario hacerlo, sin embargo y pese a ello aún cargamos con “parálisis” que nos hacen perder las esperanzas y que nos llevan a pensar que aquello que nos aqueja no tiene solución, que por alguna razón, que no manejamos, Dios no se hará presente.

¿Cargas en tu vida con alguna “parálisis” o enfermedad que crees no será sanada? ¿Te has dejado dominar por la desesperanza?

Te invitamos a continuar con la conversación que ya iniciamos el pasado lunes.

martes, 20 de mayo de 2008

Hay que seguir con la fiesta



Basado en el texto de Juan 2:1-12.
Hacia fines del siglo I el cristianismo se veía en la necesidad de independizarse de la religión madre; el judaísmo. El autor del cuarto evangelio presenta esa pugna confrontando la propuesta religiosa del judaísmo con la del cristianismo. En este caso ambas propuestas se confrontan a través del relato del milagro de las bodas de Caná. La situación de la falta de vino en la fiesta provee la ocasión para que el evangelista nos presente en qué consiste, según él, la diferencia entre la propuesta religiosa de la religión madre y la de Jesús.

Los elementos decisivos de la comparación (confrontación) son las tinajas. Éstas se constituían en un elemento fudamental de la práctica religiosa judía logrando la purificación del religoso que, en medio de sus quehaceres comerciales, resultaba "contaminado" por relacionarse con gentiles. Sin las tinajas la vida religiosa en el hogar se hubiera detenido. El autor de cuarto Evangelio nos deja ver su intención al presentar a Jesús actuando ante la falta de vino para seguir la fiesta. Son esas mismas sagradas tinajas las que Jesús manda llenar de agua, misma que convierte en el mejor vino que el maestresala pudo tomar en todo el desarrollo de esa fiesta de bodas. Con este relato el evangelista nos presenta por un lado una práctica religiosa que necesita de estos elementos rituales para seguir manteniendo la segregación con los gentiles de la época, mientras que, por otro lado, Jesús representaría una nueva forma de religión en la que la característica sería la de romper los moldes cada vez que sea necesario para dar alegría (o buenas noticias) a las personas a las que en medio de la fiesta de sus vidas se les había terminado.

Hoy el cristianismo no necesita volver a definirse frente al judaísmo como religión independiente, porque ya se ha asumido que es una religión distinta e independiente. Pero sí parece necesario reconocer que al interior de nuestras propias prácticas de fe hemos construido tinajas sagradas que no sirven sino para autoconvencernos de nuestro superior estatus frente a otros seres humanos que no comparten nuestra práctica religiosa.

¿Habrá tinajas en nuestras vidas cristianas que deban ser usadas por Jesús para llenarlas de agua que se convierta en vino para hacer que la fiesta continúe y así dar una buena acogida a aquellos que se acerquen por la alegría que provoca la celebración?

Invitamos a continuar la conversación que iniciamos el lunes en la reunión de Jóvenes Adultos.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Ni Hipócritas Ni Paganos


Texto Bíblico: Mt 6:5-14
No era poco común que los discípulos pidieran a sus maestros alguna oración que pudieran repetir en medio de su práctica religiosa. No nos ocuparemos por ahora de la novedad de la oración que conocemos como “El Padre Nuestro”, sino de la advertencia que Jesús entrega a sus discípulos antes de dejarles esta oración.
Dos son los grupos cuyas prácticas deben ser evitadas a toda costa. En primer lugar están los “hipócritas” de los cuales se dice que aman vivir su religiosidad (en este caso orar) buscando ser vistos por las demás personas. Frente a su forma de vivir su religión este grupo recibirá como recompensa lo que estaban buscando, es decir, ser vistos por las personas, y nada más que eso. En cambio a los discípulos se les aconseja ir a un lugar privado donde no puedan ser vistos y ahí orar.
El segundo grupo es el que se denomina “pagano” o “gentil”. De este grupo se dice que cree que por su palabrería será oído. El discípulo de Jesús debe saber que Dios ya está en conocimiento de sus necesidades y que no podrá, aunque lo intente, sorprender a Dios con información que éste no tenga. La manera en que deben orar los discípulos es lo que refleja el “Padre Nuestro”.
Me parece que el error de ambos grupos es su concepto de Dios. Los “hipócritas” han desarrollado una imagen de Dios en la que éste parece mantenerse al margen de las intenciones de quienes actúan en su nombre. Los “hipócritas” parecen pensar que Dios no tomará en cuenta la actitud más profunda con la que viven su religión. Pero Jesús dice que quienes así actúan no pueden esperar una aprobación sino sólo de las personas a quienes los hipócritas han querido impresionar. Ninguna aprobación surge de Dios hacia este grupo.
Por su parte los “paganos” tienen una imagen de Dios según la cual éste parece un ser inerte activado como por arte de magia una vez que el orante ha introducido el código de las palabras mágicas. Y esto era realmente así entre quienes creían que siguiendo un ritual determinado podían mover a sus dioses a actuar en su favor. La sobriedad del “Padre Nuestro” parece ser la respuesta a la práctica de los paganos.
Me parece que es posible encontrar entre los actuales discípulos del Señor a personas que no han podido evitar ser como los “Hipócritas” o como los “Paganos”. Al respecto propongo una conversación que nos permita mirar “nuestras” propias prácticas religiosas en un ambiente de respeto y amor.