viernes, 7 de septiembre de 2018



Gálatas 1:6-10


En esta segunda conversación acerca de la carta a los Gálatas destacamos el celo que tiene el apóstol por el evangelio, por la sana doctrina.
Pudimos establecer un paralelo entre la oposición que tuvo Jesús cuando ejerció su ministerio y la de Pablo, ya que en ambos casos hablamos de fariseos, judíos cristianos, siendo estos últimos los más duros, debido a que no tenían estima por el apóstol.

Pero Pablo sin aminorarse los enfrentó con celo, preocupación, coraje y asombro. Con fuerza esgrimía su argumento respecto a su llamado y desde quién lo había recibido.

En la misiva observamos que Pablo es duro, ya que necesita dejar en claro que el verdadero evangelio no se transa ni se modifica. Esto tuvo que ser reforzado debido a que había un importante grupo de judíos cristianos que estaba tratando de volver a instaurar ritos del pasado, los que no hacen otra cosa que volver a esclavizar al pueblo de Dios.

Ante este escenario nos preguntamos, ¿Qué es más fácil, vivir en la libertad que nos dio Jesucristo o caer en la tentación de volver al pasado?
Una respuesta rápida sin duda sería gozar de la libertad, no obstante, vemos como en muchos casos hay personas con personalidades rígidas o más estructuradas que no se adaptan a los cambios, que necesitan profesar prácticas controladoras, donde el amor de Dios se reduce a obedecer y cumplir reglas. En palabras simples, les acomoda volver a ser esclavos.

Una de las críticas que nos hacemos, es que hoy tendemos a minimizar el evangelio en nuestra vida diaria, lo reducimos a un ámbito espiritual. Quizá lo hablamos, pero no lo vivimos como realmente lo deseamos, por eso no disfrutamos plenamente de este regalo recibido. La diferencia entre este comportamiento y la tergiversación del evangelio -que es lo que estaba ocurriendo en Galicia- es que en esta última hay una clara intención de imponer prácticas que no son aprobadas por Dios.

Al ser humano le cuesta aceptar que es libre, lo que tal vez se explica por la sencilla razón, de que la libertad trae consigo una gran responsabilidad.
En muchas ocasiones somos flexibles con nuestro comportamiento, porque buscamos agradar a los hombres, olvidándonos que lo único que nos debe importar es agradar a Dios.

Para seguir reflexionando acerca de nuestro paralelo con los Gálatas les dejamos la siguiente pregunta, ¿Cómo mantenernos firmes, a pesar de todos los movimientos que se nos muestran como atractivos?

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