miércoles, 19 de junio de 2013

¿Qué es lo que te mueve?


Romanos  6: 12-14
12 Por lo tanto, no permitan ustedes que el pecado reine en su cuerpo mortal, ni obedezcan a sus malos deseos. 13 No ofrezcan los miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos de injusticia; al contrario, ofrézcanse más bien a Dios como quienes han vuelto de la muerte a la vida, presentando los miembros de su cuerpo como instrumentos de justicia. 14 Así el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, porque ya no están bajo la ley sino bajo la gracia.
Efesios 4: 17 -18
17 Así que les digo esto y les insisto en el Señor: no vivan más con pensamientos frívolos como los *paganos. 18 A causa de la ignorancia que los domina y por la dureza de su corazón, éstos tienen oscurecido el entendimiento y están alejados de la vida que proviene de Dios.

La reflexión de este lunes partió con lo que parecía una tradicional y clásica pregunta. Sin embargo, cuando comenzamos a buscar las respuestas, lo tradicional y clásico quedó fuera. ¿Qué es lo que llena nuestras vidas? ¿Cuál es la pasión que nos motiva a luchar y esforzarnos cada día? ¿Cuál es el sueño por el que luchas permanentemente?

Muchas respuestas surgen como cliché, sin embargo al bucear en nuestro interior reconocemos que a veces no nos movemos por algo que nosotros escogimos, sino por algo que Dios puso en nosotros. Hay pasiones que parecen más frías que otras, pero todas tienen un punto común, nos motivan a ir en busca de un fin. Por ejemplo, la pasión por los autos, por los aviones, por servir, por luchar contra las injusticias, etc.

Con ello surgió una nueva pregunta, ¿sabemos cuál es nuestro “fin”?, ¿Sabemos para qué es lo que Dios nos está preparando en nuestro día a día?
Como dijera Martín Lutero, “Yo sé, que no soy todo lo que debo ser, yo sé que no soy lo que seré, pero por la gracia de Dios sé que ya no soy quien era”
Hoy te invitamos a reflexionar y compartir acerca de esta simple, pero compleja pregunta.


A modo de ejemplo les compartiré, que si bien no sé hacia donde me muevo, lucho cada día por ser una mejor persona, que en su trabajo, en el trayecto hacia el, trata de compartir el amor de Dios, y que me encantaría que mi epitafio fuese “Vivió luchando por ser lo que Dios quería que fuera”.

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